jueves, 26 de agosto de 2010

Cielo sin estrellas

Entonces descubrí mi propio camino de baldosas amarillas (ya me dijo Dorothy que algún día lo haría), bajo la luz de un triste y solitario foco se reflejaban dos hileras amarillas que se perdían en la negrura del mar. En el horizonte se podían divisar pequeñas y brillantes luces, ¿quizás los barcos por fin me habían encontrado? Desde que mi faro estaba lejos me sentía perdida en algunas ocasiones. Mi deseo para el Mago no es que me mande de vuelta a casa, sino que me deje quedarme siempre a su lado.

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