- Mi problema no tiene que ver con mi situación física. Tengo otros problemas que ahora mismo me duelen más.
- Vaya, que en resumen ahora resulta que soy un cabrón.
- Yo nunca he dicho eso. Pero no te das cuenta del daño que pueden hacer unas simples palabras.
- Entonces, ¿qué nos queda? ¿El silencio?
- Tengo bastante bien comprobado que el silencio nunca es una buena solución.
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